lunes, 8 de septiembre de 2008

Viva la música! Viva Martin & Co!

Podría empezar diciendo que no tengo palabras, pero es lo típico. Voy a ser original y diré que las tengo todas. La primera podía bien ser GRANDES.


COLDPLAY, es decir, Chris Martin (voz, guitarra,piano), Guy Berryman (bajo), Johnny Buckland (guitarra) y Will Champion (batería) son GRANDES, con mayúsculas. Grandes músicos, grandes artistas y grandes personas. Y sus directos son un regalo para los sentidos. Verles en el escenario e interactuando con el público y el impresionante montaje audiovisual. Escuchar esas guitarras, sus voces, la percusión, el piano. Oler el buen rollo que crean en un recinto abarrotado de gente. Tocar unas mariposas de colores caídas del cielo. E irse a casa con un buen sabor de boca.


Han sido los 50 euros mejor invertidos de mi vida y una noche que jamás olvidaré. La primera vez que les ví, hace ya 3 años, volví a casa con la impresión de la novata. Ahora, con un poco más de bagaje musical, el domingo por la noche volví con la certeza de que Coldplay es una de las mejores bandas del mundo en estos momentos.

Con las entradas agotadas desde hacía semanas, el Palacio de los Deportes de Madrid se venía abajo. Desde mi posición en la pista, a escasa distancia del escenario, echar la vista atrás y ver las gradas repletas de gente saltando y cantando era un espectáculo. Las 4 horas de espera bajo un sol de justicia merecieron la pena. ¡Había gente con más mérito que llevaba ahí desde las 12 de la mañana! Pero todos íbamos a lo mismo: a disfrutar de la música y a pasarlo bien (sin empujones, etc, hacia tiempo que no veía yo esto!)
La puesta en escena no podía ser mejor. Unos enormes globos donde se proyectaban las imágenes de la actuación, así como en una enorme pantalla que escoltaba al grupo. Una pequeña televisión en el escenario haciendo compañía al teclado, las guitarras, la campana, la batería y el bombo. A los lados, unos pasillos por donde Martin se pasearía a sus anchas con tal de estar cerca del público.


Con 4 discos a sus espaldas, no quise consultar setlists para dejarme sorprender. Una hora y media de concierto, bises incluidos (mmm, corto!), en la cual interpretaron practicamente todos los temas de Viva la Vida or Death and all his Friends. Tras un vals que calentó motores y animó al recinto, tal como esperaba, arrancaron con la instrumental Life in technicolor, adivinando sus siluetas tras un telón negro transparente. Se descubrió el escenario, con la Libertad de Delacroix presidiendo la escena, aparecieron los cuatro magníficos con sus chalecos y chaquetas militares y sonó Violet Hill. Sin parar y sin moverse del piano, esos acordes de Clocks que tocan mi fibra más sensible salieron de las manos de Chris, y no lo pude evitar. Como la otra vez, se me saltaron las lágrimas.




El público, enloquecido ya, y apenas habían pasado 10 minutos, comenzó a corear eso que sólo un público español conoce, el "oe oe oe", a lo que Martin respondió durante Speed of Sound colando un "olé olé olé olé". El grupo, y sobre todo su cantante, parecía realmente sorprendido con la respuesta de la gente, que entonaba hasta la última nota.

Se metieron de lleno en su último trabajo con Cemeteries of London, Chinese love chant, 42 y Strawberry Swing. Miradas atrás con Fix you y un increíble remix a ritmo de techno de God put a smile upon your face y Talk, seguido de The hardest part, el padre de Apple y Moses solo al piano.


Y llegó la apoteósis. Champion a dos manos con el bombo y la campana, la retro-tele con la imagen del grupo tocando la parte de cuerda...¡ era Viva la Vida! Todo el Palacio dejándose la voz al unísono, botando, con sus cámaras y móviles (que ya han sustituido a los mecheros) y poniendo en práctica el "ooohhh ohhhhh ohhhh ohhhh" que se pudo oír en la cola para hacer más amena la espera. Minutos de los más mágicos de la velada.


El figurín del marido de la Paltrow se contonéo por todo el escenario durante Lost!, tema tras el cual el grupo se esfumó. Entre la confusión general, los focos señalaron un hueco en las gradas donde unos micrófonos esperaban a la banda. Y allí, arropados por unos afortunados seguidores, tocaron una versión acústica de The Scientist. Después, Martin anunciaba "Damas y caballeros, el baterista va a cantar una canción para usted" y efectivamente, se pudo escuchar la voz de Will Champion, esta vez con una guitarra en sus manos, interpretando Death will never conquer, cara B del single Viva la Vida.

Una nueva desaparición de los chicos, pero sus seguidores bailaron una versión techno de Viva la Vida como si de una macrodiscoteca se tratase. El ambiente era inmejorable.

El bis sorprendió con Politik y un mar de mariposas de colores acompañó a Lovers in Japan. Anunciando el final, el líder de Coldplay siguió presumiendo de español presentando "Una canción sobre ¿la muerte?", Death and all of his friends. Un gran VIVA les protegía en su despedida.




Parecía el final, pero las plegarias de los fans fueron escuchadas y la banda salió a interpretar Yellow como broche final y como único tema representante del álbum que les dió a conocer, Parachutes. The end, con Berryman haciendo fotos al agradecido público español, The Escapist de fondo, tema que cierra su último disco y un gran espectáculo.


Pequeña pero no menos importante mención para el telonero Albert Hammond Jr. El guitarrista de The Strokes demostró sus dotes como líder y protagonista, con un flamante traje blanco, la guitarra casi a la altura de los hombros y su característico pelo rizado. Durante media hora, fue preparando al auditorio, visiblemente más expectante por Coldplay que otra cosa. Pero temas como GfC o Bargain of a century gustaron, así como el material que interpretó de su primer álbum, Yours to keep.

Ahora debería decir que sobran palabras. Es una crónica larga, detallada y de lo más personal. Cada momento vivido ayer se ha quedado grabado en mi retina y en mi mente para siempre. Ayer comprendí que me gustan más allá del significado personal que les había concedido hace un tiempo. Son un gran grupo, con grandes canciones e ir a una actuación suya es un verdadero privilegio, y ya no sólo por el precio, aunque, si me aseguran que el siguiente va a ser al menos tan bueno como el del 7 de septiembre de 2008, pagaré lo que haga falta. A ver si es cierto que hay nuevo disco en 2009 y los chicos vuelven a visitar la capital en un par de años. Aquí estaré esperándoles.




Grandes, esa es la palabra, ni más ni menos.


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